Metemos en un bol la harina y la sal, dejando el centro vacío (tipo volcán) donde metemos los huevos batidos.
Vamos mezclando, desde el centro, los huevos con la harina, hasta que quede todo bien integrado (lo mejor es hacerlo con las manos), y luego amasamos bien la mezcla fuera del bol. La superficie tiene que estar enharinada para que la pasta no se pegue, y tal vez tendremos que añadir un poco de harina extra hasta que quede una mezcla homogénea que no se pegue en las manos.
Dejamos la masa tapada en el bol reposar unos 40 minutos.
Tenemos dos formas de cortar los tallarines: con una máquina de pasta o bien con un rodillo y un cuchillo. En casa lo hacemos con una máquina que deja la pasta fina y luego la corta.
Si no tienes esta máquina en casa el procedimiento es igual de sencillo: Enharinamos la superficie de la mesa y con un rodillo dejamos la masa fina y uniforme. A continuación la doblamos sobre sí misma y la cortamos con un cuchillo aproximadamente de un centímetro de ancho (siguiendo el ejemplo de los dibujos).
El siguiente paso es dejar los tallarines secar una hora más o menos, y la mejor forma, si no tenemos un secador de pasta, es dejarlos estirados encima de la mesa enharinada separados unos de otros, para que no se peguen.
Para cocinarlos, los metemos en una olla de agua hirviendo, a la que habremos añadido un poco de sal, durante aproximadamente unos 5 minutos. La cocción es un poco relativa, ya que depende de lo gruesos que sean los tallarines, así que lo mejor es vigilarlos y probarlos, pero al ser pasta fresca la cocción será más rápida que la pasta convencional.