Basquiat, el hombre de Nápoles y el sandwich de costillas de cerdo (ESP)
Jean-Michel Basquiat es uno de mis artistas favoritos. No sé si se debe al aire underground y callejero que tienen sus obras, a su estilo algo naif, o al aura de artista mártir que lo envuelve, con una vida trágica, que parece un punto clave en la popularidad de muchos artistas. De hecho, figuras como Jackson Pollock, Frida Kahlo o Vincent Van Gogh son de los artistas más instagrameados del mundo según la revista Elle.
Basquiat (1960-1988) fue un artista neoyorkino con una vida corta y turbulenta, pero con una trayectoria artística fascinante. Comenzó a finales de los 70 realizando pintadas y graffitis en el Soho, firmadas bajo el nombre SAMO©, pseudónimo que compartía con Al Diaz, uno de los pioneros del graffiti en el metro de Nueva York, y compañero de clase de Basquiat. Se separaron en 1980 cuando se dieron cuenta que sus intereses artísticos no eran los mismos: Basquiat quería rodearse de fama, que le llegó gracias a Warhol, quien se convirtió en su padrino. En ese momento el joven artista afroamericano comenzó a ser conocido como “The radiant Child”, o en niño radiante. Entre tanta fama y modernidad, su éxito estuvo rodeado de excesos y drogas, que en 1988 le causaron la muerte a los 27 años.
Su obra tiene unas características que la hacen inconfundible y única: el primitivismo, en forma de máscaras y trazos marcados, rayazos, símbolos y garabatos, que recuerdan sin duda sus inicios como grafitero, y es que el graffiti es una de las influencias más relevantes en su obra. Cabe destacar el uso de una paleta intensa y frenética, así como la influencia que tuvo en él el libro de Anatomía de Gray que le regaló su madre de pequeño, después de un accidente de tráfico, cuando estuvo ingresado durante un mes, tiempo que usó en memorizar el libro de anatomía y posteriormente que plasmó en su obra.
El hombre de Nápoles, de 1982, es una obra inspirada en su viaje a Italia realizado ese mismo año. Predomina la cabeza de asno de color fuscia y azul en la parte izquierda del lienzo, juntamente con un conunto de graffitis que hacen referencia al cerdo: como “mercanti di proscuitto”, “porl chops”, “big pig sanwiches”, “pig selling” o “loin” (vendedor de jamón / costillas de cerdo / gran bocata de cerdo / vendiendo el cerdo / lomo). Todos estos mensajes iban dirigidos a su mecenas italiano, a quien él llamaba pork merchant (vendedor de cerdo), y que consideraba que lo explotaba, por eso el símbolo del dólar y la irónica frase “feed the lions”. Por otro lado, otra pintada que se repite es el lema latino “Veni vidi vici”, una frase de Julio César y que se traduce como “llegué, ví, vencí”, que podría hacer referencia al gran éxito del artista y a la rapidez con la que la alcanzó. Esta frase está mal escrita, al igual que muchas ostras del cuadro, que contiene faltas ortográficas y tachones, que sin duda recuerdan a los graffitis.
Así pues, resulta interesante ver como Basquiat incluye el humor en su pintura, comparando a su marchant con un cerdo, a la vez que se muestra a él exitoso (la corona es una representación muy común en su obra, un elemento simbólico de la ambición que tenía por el éxito).
Esta obra llena de elementos gráficos relacionados con la comida (sandwich, pork chops, loin o prosciutto) me inspiró cuando la pude contemplar expuesta en el Guggenheim de Bilbao por sus dimensiones, al igual que por los colores y la agresividad de los trazos. Es por eso que he decidido relacionarla con un sandwich de costillas de cerdo marinadas, con salsa de yogur y ensalada de col, para suavizar la carne. Yo opté por acompañarlo con pan de pita casero, al no tener mucha miga, pero puedes usar el pan que más te apetezca.
Sandwich de costilla de cerdo
Ingredientes
Costillas de cerdo
- 1 costilleja tierna de cerdo
- 1 cucharadita de pimienta
- 1 cucharadita de pimentón
- 1 cucharadita de ajo en polvo
- 1 cucharadita de cebolla en polvo
- 1 cucharadita de jengibre en polvo
- 1 cucharadita de pimentón de la Vera
- 1 cucharada de azúcar moreno
- 1 cucharada de miel
- Sal al gusto
- 1 vaso de caldo de pollo o verduras
- 4 panes de pita
Coleslaw
- 1/4 de col roja
- 1/4 de col blanca
- 2 zanahorias
- 1 cebolla pequeña roja
- 1 yogur griego sin azúcar
- El zumo de medio limón
- Mostaza de Dijon al gusto
- Sal al gusto
Elaboración paso a paso
- Primero marinamos las costillas un par de horas con la siguiente mezcla: la pimienta, el pimentón, el pimentón de la Vera, el ajo, la cebolla y el gengibre en polvo, el azúcar, la miel y la sal.
- Pasadas dos horas añadimos el caldo y lo metemos en el horno, caliente a 180º durante una hora y media arpoximadamente tapado con papel de aluminio.
- A continuación lo destapamos y lo dejamos media hora al grill para que quede crujiente (hay que tener en cuenta que cada horno es un mundo en cuestión de tiempo, así que debemos vigilar que no se queme y que esté hecho por dentro).
- Mientras cocinamos las costillas preparamos la ensalada: limpiamos y cortamos las coles muy finas, las zanahorias y la cebolla, y lo mezclamos con el yogur, el zumo de limón, la sal y la mostaza.
- Nosotros también preparamos el pan de pita casero, pero puedes usar el que más te guste.
- Cuando la carne esté lista, la sacamos del horno y con un cuchillo y un tenedor la desmenuzamos.
- A continuació rellenamos los sandwiches con la carne, la esnalade de col, y listo!