Marcel Duchamp, El gran vidrio y la coca de vidre (ESP)
Marcel Duchamp (1887-1968) es una de las figuras claves para entender el arte del siglo XX. Fue un artista heterogéneo, ya que participó de distintos movimientos, como el dada, el cubismo, el futurismo o el surrealismo, y es el padre del Ready-made: objetos cotidianos elevados a la categoría de arte, como la Fuente (1917), el famoso urinario girado. Aunque hoy en día consideramos que Duchamp se atribuyó la autoría de la obra, que en realidad era de la artista alemana Elsa von Freytag (1874-1927).
A pesar de eso, es innegable el peso que tuvo Duchamp durante las primeras vanguardias (y las segundas), ya que fue un personaje polifacético. Además de pintor, fue un gran jugador de ajedrez, y cabe destacar su trabajo como fiel consejero de Peggy Guggenheim. Fue él quien le aconsejó comprar el Mural (1943) de Pollock.
Una obra está hecha completamente por aquellos que la miran o la leen.
Duchamp. Carta a Jehan Mayoux (8 marzo de 1956)
El gran vidrio, o novia desnudada por sus solteros, es una de sus obras más importantes y más complejas. La trabajó entre 1915 y 1923, aunque Duchamp no la consideró como una obra acabada. En el 26, el gran vidrio se rompió mientras la transportaban, y fue cuando el artista la consideró terminada.
Entre dos cristales verticales de grandes dimensiones (277,5 x 175,9 cm) encontramos una composición dividida en dos, de pintura, barniz, alambre, metal y polvo. En el panel superior se encuentra la novia, y en la parte inferior sus nueve solteros o “La Machine Célibataire” (la máquina de los solteros).
Esta obra se complementa con La caja verde (La boîte verte), de 1934, un conjunto de notas, láminas y fotografías que documentan el proceso de producción y el significado de El gran vidrio. Se produjeron 300 cajas verdes y 20 de lujo. Eso fue algo novedoso, que desafiaba la idea de obra de arte única, y que ponía en relieve el arte como un proceso de pensamiento, algo clave para el arte conceptual. Este concepto lo han replicado muchos otros artistas contemporáneos, como Eduardo Kac, de quien os hablé hace unos meses (puedes leerlo aquí).
Relacionando el título de la obra de Duchamp, El gran vidrio, la receta de esta semana es una coca de vidre, una de las cocas que más me gustan del mundo, porque me recuerdan a mi infancia y a los viajes que hacíamos cada invierno a Vilanova de Meià (Catalunya). Es una coca muy fácil de preparar, ya que podemos hacerla con la misma receta con la que elaboramos masa de pizza! Es una receta ideal para aprovechar esa masa que nos ha sobrado y preparar una merienda o unos postres perfectos.
Coca de vidre
Ingredientes
- 200 g de harina
- 100 g de agua tibia
- 25 g aceite de oliva
- 5 g levadura de repostería
- 1 pizca de sal
- Aceite de oliva para esparcir
- Azúcar
- Licor de anís
Elaboración paso a paso
- El primer paso es preparar la masa, como si fuese de pizza. Calentamos 10 segundos al micro el agua y disolemos la levadura.
- En un bol mezclamos la harina, el aceite, la sal y el agua con levadura. Lo amasamos hasta que quede una bola uniforme y la dejamos leudar 30-40 minutos.
- Cuando hayan pasado los 40 minutos hacemos porciones con la masa y la vamos alisando encima de papel de cocina con un rodillo. Debe quedar alargada y muy fina.
- A continuación la pincelamos con aceite y espolvoreamos azúcar por encima. La metemos al horno caliente unos 20 minutos a 180º.
- Sacamos la bandeja del horno y mojamos las cocas con anís, momento en el que se cristliza el azúcar. Las volvemos a dejar 5 minutos más para que se evapore el alcohol y voilà!! Las mejor cocas del mundo.